Seguramente el último chicle que probaste era de marca norteamericana, estaba endulzado con un sustituto del azúcar, su sabor era artificial y parecido a una fruta exótica. Tal vez incluso contenía un medicamento inhibidor del apetito, o nicotina para aliviar las ganas de fumar. Quizás no pensaste o ni siquiera sabes el origen de esta costumbre tan asociada a la irreverencia estudiantil y la despreocupada cultura occidental. Pero los gringos tampoco fueron los inventores del chicle.En 2007 fue encontrada una pieza de 5000 años de goma de mascar, el más antiguo jamás descubierto, fue encontrado por un estudiante de arqueología británica en Finlandia. El chicle neolítico, hecho de corteza de abedul y alquitrán, tenía huellas de dientes en ella.
Generalmente se cree que la gente del Neolítico encontraron que al masticar estas sustancias se curaban de las infecciones en las encías. Los antiguos griegos mascaban chicle 'mastiche' de la resina del lentisco (de ahí nuestra palabra 'masticate') por las mismas razones nativos de América del Norte apagaron su sed masticando la savia de los árboles de abeto. Si bien la historia nos informa que en la antigua Grecia, en Egipto e incluso en la prehistoria se mascaban resinas de árboles y plantas con propiedades medicinales, el origen del chicle moderno nació en las selvas del sureste Mexicano y el norte de Centroamérica, en una región que se conoce como el Gran Petén donde hace más de dos mil años floreció la cultura Maya. Fueron precisamente ellos quienes comenzaron la recolección de la savia del chicozapote, uno de los árboles más abundantes de la zona, haciendo incisiones en zig-zag sobre su corteza para que ésta fluyera hacia los recipientes colocados en la base del árbol. Tras un proceso de secado se obtenía una goma masticable que usaban para limpiarse los dientes y la boca o para inhibir el hambre en los rituales de ayuno.
El nombre con que los mayas conocían esta goma fue “sicte”, que significa sangre o fluido vital y con ella comerciaron con otros pueblos mesoamericanos. Su uso se extendió en tiempo y en espacio, de manera que llega a los aztecas con el nombre de “tzictli” (para quienes la palabra significa pegar) y de allí pasa a la lengua española como chicle. Ya ven quienes son los verdaderos inventores. Hay que darle el crédito a quien lo merece y recuerden al masticarlo, su procedencia.
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