sábado, 6 de febrero de 2016

La serpiente emplumada y la gran Tlapallan.


Quetzalcoatl

La aparición en Mesoamérica y específicamente en el Anáhuac, de este personaje alto, rubio, blanco, barbado y de profunda cultura ha dado margen a la creación de varios mitos y leyendas que los antropólogos, científicos y exploradores extranjeros han entretejido de una maraña cada vez más difícil de desenredar. En la mitología Tlahuica, tan confusa como la Griega, se borda una historia con respecto a Quetzalcóatl, semejante a la del nacimiento del Rey Salomón, pues se dice en los antiguos códices que Quetzalcóatl fue hijo de una mujer virgen llamada Chimalma y del Rey-Dios Mixtocóatl, monarca de Tollán. Que avergonzada por haber dado a luz sin matrimonio, Chimalma puso en una cesta al niño y lo arrojó al río. (no se sabe a cual) y que unos ancianos lo criaron y educaron, habiendo llegado a ser un hombre sabio y culto que al regresar a Tollán, se hizo cargo del gobierno.Se han desarrollado diversos mitos modernos sobre esta personalidad de Quetzalcóātl, desde que era un extraterrestre, hasta que era un vikingo o un cristiano náufrago. Sin embargo, su biografía se conserva en diversos documentos, tales como los Anales de Cuauhtitlan, los informantes de Bernardino de Sahagún, Īxtlixōchitl y Durán, y las leyendas de Morelos. Pero sigamos adelante en el estudio de este hombre Dios. Ahora bien, cuando las huestes hispanas llegaron a las tierras veracruzanas al mando del capitán extremeño Hernán Cortés, y según nos cuentan en sus muy sabrosas crónicas Bernal Díaz del Castillo, se encontraron con una gran sorpresa que en esos días de codicias y rapiña desmedidas no le dieron la importancia que tenía y hoy aún, debe tener. Relata el soldado cronista que llegados a las costas de lo que sería La Nueva España, el Emperador Moctezuma envió unos tendiles llevando regalos, oro y joyas y muchos ricos presentes que lejos de hacer que Cortés volviera proa a la mar, lo tentó en ambiciones. Uno de estos tendiles al ver que uno de los soldados de Cortés tenía un casco de latón que brillaba al sol, pidió verlo, diciendo que hacía muchos, muchos años, habia llegado a la Gran Tenochitlán un hombre rubio, barbado y blanco, portando un casco semejante; que al marcharse se los había regalado y los sacerdotes lo colocaron en la cabeza del ídolo representativo del Dios Huitzilopochtli. Pidió
que se le prestara el casco para cotejarlo con el que tenía puesto su Dios.
Y resultó que el casco dorado que tenía el Dios, era igual al del soldado hispano, sólo que tenia en ambos lados unos cornezuelos al estilo de los cascos vikingos. (Recordar la publicación sobre Pakal con erick el rojo) Al llegar los conquistadores a la fabulosa Ciudad de Tenochtitlán, sacerdotes y principales hablaban de un hombre rubio y barbado semejante a ellos, que hacía muchos años había estado entre ellos y les había predicho que un día llegarían al país hombres barbados y con armas poderosas para esclavizar al señorío. Quetzalcóātl, según cuenta la leyenda, no muere en el exilio, sino que se embarca de nuevo en las costas del Golfo y desaparece en las aguas, convirtiéndose en "la estrella de la mañana", Venus. Ce Acatl prometió regresar en cierta fecha del Xiuhpohualli que coincidió con la llegada de los españoles en el año de 1519, lo cual atemorizó a los mexicas, que se consideraban herederos de la cultura tolteca, a pesar de haber alterado sus enseñanzas. De acuerdo al libro de Jorge Larde y Larin, El Salvador: descubrimiento, conquista y colonización, "En los albores dAe 1520 el capitán Hernán Cortés permanecía aparentemente victorioso en Tenochtitlan, pues ocupaba en paz y sosiego la capital de los tenochcas, mexicas o aztecas y retenía prisionero a Moctezuma Xocoyotzin, el huey tlatoani o emperador de aquella nación. A su real o campamento militar llegaron unos nobles emisarios enviados por los señores de Huehuetlapallan o Antigua Tlapallan, un misterioso país oriental ubicado en la región de Centroamérica, de donde, según todas las tradiciones, leyendas y pinturas antiguas, dimanaron las altas culturas precolombinas de América invocadoras de Quetzalcōātl, el Lucero de la Aurora".Y aquí empieza de nuevo, la leyenda de la ciudad blanca. 
En 1526, desde Tenochtitlán, Cortés escribe a Carlos V, la Relación donde detalla la expedición a Honduras. En ella menciona la mítica ciudad, de la que tenía noticias de parte de los comerciantes de los pueblos conquistados en México, que hablaban de las riquezas que existían en Centroamérica en la llamada "ruta del oro".
"tengo noticia de muy grandes y ricas provincias, y de grandes señores en ella, de mucha manera y servicio, en especial de una que llaman Hueitapalan, y en otra lengua Xucutaco, que ha seis años que tengo noticia de ella, y por todo este camino he venido en su rastro, y tuve por nueva muy cierta que está ocho o diez jornadas de aquella villa de Trujillo, que puede ser cincuenta o sesenta leguas. Y de ésta hay tan grandes nuevas, que es cosa de admiración lo que de ella se dice, que aunque falten los dos tercios, hace mucha ventaja a esta de México en riqueza, e iguálale en grandeza de pueblos y multitud de gente y policía de ella". Este lugar que hablan las crónicas, que es el lugar donde llego Quetzalcoatl, la enigmatica serpiente con plumas, queda en la región de la mosquitia. Pero viendo toda la grandeza que de ella se hablo y se habla en la actualidad, dudo que sea la ciudad, que la National Geograpih, dice haber descubierto en estas hermosas tierras de Centroamérica.

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